Entrevista de Joan Feliu. «Peñiscoleteando»

 

 

 

 

La siguiente entrevista fue realizada el agosto de 2011 por Joan Feliu (profesor de historia del arte en la Universitat Jaume I de Castellón y director de la Asociación Cultural Castalia Iuris) en motivo de la exposición “Peñiscoleteando. Diseño de una tradición” que tuvo lugar en la Galería Octubre de la Universidad Jaume I de Castellón. Fue Comisario de la misma y la siguiente charla está contenida en el  catálogo “Octubre. Art i diseny. Num. 4”  que la Universidad editó para la ocasión.

 

Charla con el autor

Sergi Cambrils nació en Peñíscola (Castellón), es licenciado en Bellas Artes por la facultad de San Carlos de la Universidad Politécnica de Valencia. El año 1998 acabó su formación y desde entonces desarrolla su actividad artística. Diferentes galerías de la geografía española han expuesto su trabajo (Castellón, Barcelona, Valencia, Lérida, Alicante, Gerona, Málaga, Granada, Jaén, Tarragona, Madrid y Zaragoza), junto con la galería Trigoon Art de Amberes (Bélgica). Una beca de artes plásticas (Gerona) y diferentes premios de dibujo y pintura forman parte de su trayectoria, al igual que las numerosas ilustraciones  para la prensa que marcaron el inicio de su carrera artística.

 

Joan Feliu: He copiado tu presentación oficial, pero ¿Quién es Sergi Cambrils?

Sergi Cambrils: Soy un joven de 36 años (en el mundo del fútbol ya estaría retirado, pero en el del arte) [risas] que nació en Peñíscola y actualmente vive en Peñíscola.

 

JF: ¿Qué querías ser de pequeño?

SC: Mis recuerdos de infancia siempre han estado ligados a mis amigos. De hecho, ellos son mis amigos en la actualidad. Es todo un lujo. Hicimos el antiguo E.G.B. en Peñíscola y luego como corderitos, estudiamos todos en el Instituto Ramón Cid de Benicarló. No teníamos muy claro lo de estudiar, pero era lo que se hacía entonces y nos permitía seguir juntos. Cuando no tienes claro tu futuro, haces lo que hacen tus amigos. Eso me llevó a cursar ciencias puras. Opté por la opción más complicada  pensando que tendría más salidas en el mundo laboral. ¡Que tonto! Me compliqué bastante los estudios pero al final, descarté las carreras de ciencias para estudiar Bellas Artes.

 

JF: ¿Y hasta ese momento no te habías planteado meterte en esto?

SC: Desde pequeño me ha gustado dibujar, supongo que es algo vocacional, pero nunca piensas que eso puede desembocar en lo que ahora es tu trabajo. Soy de los que dibujaba en clase, en las mesas, la pizarra, etc. Con los amigos, inventábamos historias y yo las dibujaba en forma de cómics, incluso los vendíamos por el pueblo, éramos un poco “frikis”. Recuerdo también como en una ocasión el dibujo me sirvió para aprobar la asignatura de literatura. El profesor siempre veía que dibujaba en sus clases, era muy buen hombre y nunca me decía nada. Un día me dijo que si le hacía una ilustración de “Don Quijote y Sancho” me daba un excelente. Lo hice de manera inmediata.

 

JF: Muy tierno, entonces hasta la carrera no pasó nada serio…

SC: Son todo recuerdos llenos de ilusión y convencimiento por algo que sabes que es real. La carrera me la cogí muy en serio y me fue muy bien. Pero no es garantía de nada, ya que, la etapa de formación es el inicio de un largo camino.

 

JF: Vale, ya eres licenciado ¿y entonces qué?

SC: Cuando acabé mi formación (la promoción 1993-1998), decidí ir en busca de fama y fortuna a Barcelona [risas].

 

JF: ¿Así? ¿A pecho descubierto? ¿Sin ninguna recomendación?

SC: Mi hermana vivía allí. No sabía muy bien cómo moverme, pero recuerdo que los primeros meses me “pateé” toda Barcelona para descubrir los lugares donde podía dirigirme. Agencias de publicidad, prensa, galerías de arte, editoriales, etc. Además, pintaba en una pequeña habitación donde recuerdo haber hecho los cuadros más grandes. Elaboraba dossieres fotográficos de mi trabajo para llevarlos a las galerías; nunca decían nada, hasta que un día sonó la campana. Durante los cinco años que estuve en Barcelona colaboré con bastantes galerías de arte, pero, recuerdo con cariño los primeros años haciendo ilustraciones para la prensa y revistas de cultura.

 

JF: Pero parece que necesites tu pueblo por encima de todo, como lo demuestra esta exposición.

SC: He vuelto a mis raíces, tengo mi estudio en Peñíscola y compagino la docencia de la plástica con mi actividad artística.  Eso ha formado parte de un camino que aún estoy recorriendo.

 

JF: Una de tus series que más me gusta gira en torno a la gastronomía ¿y eso?

SC: Es cierto que la gastronomía ha sido y sigue siendo una de los conceptos más recurrentes en mi trabajo (Historias cocinadas. La Llotgeta. Valencia. 2009). A partir de ella he recreado historias abiertas y llenas de matices. Hasta el momento, recurrir a las verduras,  hortalizas,  frutas, carnes, pescados, etc., hace evidente otra de mis pasiones: la cocina. De hecho, hubo una temporada que me replanteaba estudiar para ser cocinero. Pero bueno, es una pasión latente que puedo satisfacer cuando me apetece con la gente más próxima a mí.

 

JF: ¿Tu plato preferido?

SC: En Peñíscola, y en prácticamente todas las poblaciones costeras de la Comunidad Valenciana, se come muy bien, tenemos productos magníficos. La tradición marinera de Peñíscola es notable, por ello, si tengo que decidirme por un plato, tendrá que ver con la mar. ¡¡Buff!!, hay muchos, el que ahora mismo me comería es un “arroz meloso con bogavante” hace días que lo tengo en la cabeza. Pero, tenemos el famoso “arroseixat”; algo más sofisticado el “all i pebre de llongos, langostinos i cocochas de merluza” (este es una pasada); unos simples boquerones fritos con una cervecita; en invierno la “olleta” que prepara mi abuela Teresa, cada momento tiene un manjar. Y si te gusta todo lo que sale de la cocina, como a mí,  pues ya ves. No le hago “feos” a nada.

 

JF: ¿Maniático?

SC: Dibujar y pintar son mis disciplinas elegidas para inventar escenarios. La manera de solucionar técnicamente mis pinturas seguro que habla de mí. Soy meticuloso y un tanto obsesivo. A menudo me esfuerzo para no serlo, pero no hay manera. A la mente hay que darle de comer a parte. Cuido la estética de las cosas y eso marca mucho mi trabajo e incluso mi manera de ser.

 

JF: La pregunta ya venía por eso.

SC: Tan pronto me levanto por la mañana hago la cama, me ducho y ordeno lo próximo para sentirme un poco mejor. Supongo que al observar la composición ordenada y minuciosa de mis imágenes ya nos lo podíamos imaginar. Es evidente que somos un poco lo que pintamos.

 

JF: Ahora va a resultar que eres más esteticista que conceptualista.

SC: Leer mis dibujos no es un acto sencillo. Hay un barroquismo, a menudo gratuito, que enturbia la lectura. ¿Esa elección estética forma parte de  mi carácter personal?

 

JF: El que pregunta soy yo. ¿Es esa elección estética una obsesión que condiciona lo conceptual?

SC: Reconozco que la obsesión por las cosas puede tener consecuencias negativas, pero, ¿quién no se obsesiona?

 

JF: Creía que había quedado claro quién hace las preguntas y quién responde. No me obligues a enfocarte a la cara con la lámpara.

SC: En mi pintura es evidente que hay obsesión. Una obsesión sana por repetir elementos, formas, etc. Los pimientos, fueron durante algún tiempo casi un símbolo que se repetía constantemente. Te preguntas porqué, pero no hay respuestas claras. Ahora ya me ha pasado esa neura, pero siempre vienen otras.

 

JF: Cuenta, cuenta…

SC: Capturar texturas visuales de las revistas de moda ha marcado también una obsesión. La ropa de los glamorosos modelos, incluso ahora, me ha servido para vestir a mis personajes. Fusionaba tendencias de la alta costura en particulares trajes cargados de barroquismo y geometría.

 

JF: Aún no ha quedado claro si eres más esteticista que conceptual.

SC: Al final, valorando todas las sanas obsesiones acumuladas, creo que dejan entrever cómo lo creado parece haberse convertido en una especie de fiesta de disfraces. Un carnaval donde no hay que buscarle el sentido.

 

JF: ¿Cuantas horas le echas al día?

SC: Es cierto que hay que echar muchas horas de trabajo para que el trabajo fluya y vaya  por buen camino. Sentirse cómodo con la manera de proceder y con el discurso elegido es básico para que el trabajo sea coherente. Por ello, es conveniente tener un horario de trabajo. Cuanto más tiempo se conviva con el proceso más despiertos estamos para la creación. Es como ir a correr, al principio nos duele todo el cuerpo, pero a medida que avanzan los días, nuestro cuerpo está más ligero y nos sentimos mejor.

 

JF: ¿De dónde salen esos temas?

SC: De qué forma nacen las ideas es algo extraño, pero cuando se está en predisposición y atento a todo lo que nos rodea, al final, siempre sale algo. A veces, comienzo un dibujo sin proponerme contar una historia. Sin embargo, es evidente que flotan elementos que apuntan a la consecución de la misma.

 

JF: ¿No tienes una especie de fondo de armario?

SC: En mi estudio tengo sobre una estantería cercana a mi mesa seis gruesos blocs de dibujo. Los he ido llenando de ideas y esbozos durante todo este tiempo y la verdad es que se han convertido en mis diarios de imágenes imaginadas. A menudo los ojeo y veo muchas cosas que han captado mi interés. Referencias que definen todo mi trabajo hasta ahora.

 

JF: ¿Cómo cuáles?

SC: Recortes de revistas, imágenes de periódicos, fotografías, etc. Un tema, puede surgir ojeando una revista de cocina, por ejemplo. Llevar las ideas a nuestro terreno siempre es mejor, tenemos que sentirnos cómodos. Plantear el trabajo como un juego donde es obligatorio divertirse. Si nos divertimos es que la cosa va bien. Me gusta trabajar en bloques temáticos o series que tengan un nexo de unión. Ahora, como sabes, estoy trabajando en una serie sobre la tradición festera de mi pueblo.

 

JF: ¿Idealista o pragmático?

SC: No sé porqué he pensado en la relación del dinero con el arte. ¿Te refieres a eso?

 

JF: Ya que lo has mencionado.

SC: No puedes pensar en el dinero cuando te dedicas al mundo de la creación. No es la vía más utilizada para llegar al triunfo económico. El dinero no puede ser el motor que te haga funcionar, o por lo menos a mí. Nadie tiene que encargarte algo para sentir que vales. No debemos sentirnos decepcionados por no estar seleccionados en concursos de pintura, etc. Todos pueden opinar de arte diciendo: me gusta o no me gusta. Pero cuando tú eres el que se entrega, supongo que hay que tener algo de fortaleza para ser honesto con este tipo de  profesión, que en sí, ya es bastante idealista. El mundo de las Bellas Artes, tendrá muchos caminos, pero pintar y dibujar lo que a uno le dé la gana, no parece el camino más fácil en esta sociedad para tener una seguridad en lo económico. Eres fiel a un camino elegido y te aferras a él casi por lealtad.

 

JF: O sea, que eres un idealista.

SC: Sí, creo que soy idealista, y bastante. No sé, me siento como un niño en la manera de pensar. Sabemos que el dinero es necesario para vivir. Pero, nada conveniente pensar en él como una manera de salvación o motor vital. La imaginación y la creatividad fluyen por otras vertientes. Si el compromiso es verdadero, el dinero siempre está en segundo plano. Ya veremos. Apuntando un recurrente dicho: No es el que más tiene sino el que menos necesita [risas].

 

JF: Un idealista con los pies en el suelo.

SC: Nuestro trabajo es como el de un artesano, creamos cosas con nuestras manos y nuestra mente, es un oficio antiguo y humilde. Y, lejos de la imagen exuberante y pomposa que en ocasiones los artistas mostramos, tenemos que tener en cuenta que nuestra profesión es humilde. Así, pues, es mejor decir nuestra verdad sin falsas pretensiones.

 

JF: ¿Crees que hay sitio para soñar en nuestra sociedad?

SC: Es posible que el tiempo que vivimos no sea el mejor para contemplar obras de arte.

Todo va muy rápido y no hay tiempo para detenerse y observar lo que podría emocionarnos. Transitamos por laberintos que nosotros mismos construimos para avanzar en una sociedad donde el tener está por encima del ser.

 

JF: El arte, ¿tiene un fin en sí?

SC: Mientras todo se mueve a gran velocidad, los artistas caminamos lentamente entretejiendo nuestras inseguridades para convertirlas en algo bello. Y sentimos que en ello radica nuestro compromiso social. Quizás sea un compromiso poco valorado y difícil de medir en la sociedad que nos toca vivir. No aportamos ninguna certeza tangible para evolucionar en lo material. Y es posible. Pero me gusta pensar que sí podemos incentivar al espectador en lo emocional.

 

JF: ¿Incentivar en lo emocional? ¿De qué manera?

SC: Nuestro trabajo es de funanbulista. Avanzamos como podemos por un terreno inseguro, donde la imaginación y la creatividad  son los pilares más sólidos para recrear algo que capte el interés de la gente. O por lo menos que se detengan. Que hagan un alto en el camino. Los artistas somos como guardias de tráfico que os aconsejamos reducir la marcha cuando excedéis el límite de velocidad en vuestra vida y os decimos: “¡no vayas tan rápido y mira esto! Relájate y observa con calma esta pintura… ¿qué te parece?” Ese momento de reflexión que os ofrecemos, sumado a otros, arañan en lo emocional.

 

JF: ¿Vanguardia o tradición?

SC: Ojeo un catálogo de Piero Della Francesca y no me importan los más de 500 años de diferencia. Veo sus pinturas y motivan mi imaginación. Cuando estudiaba, veía algo antiguo pero ahora veo ingenio y creación. Observas El jardín de las delicias de El Bosco y nadie diría que pertenece a esa época. Somos modernos gracias a los clásicos. La vanguardia es un estallido de percepciones y riqueza visual. Y, en la actualidad, nos  toca movernos dentro de ese caos de iniciativas.

 

JF: ¿Fusión, entonces?

SC: Es grato, divertido y estimulante desconectar de la realidad de nuestro mundo y viajar por un espacio en el que se fusionan lo antiguo y lo moderno. Mi trabajo está a caballo entre esas dos nociones temporales, y quizás sea por mi afán de mezclarlo todo. Un cúmulo de sensaciones visuales que confunden. Las piezas no están ordenadas y se crea un “agradable caos”. Ya inmersos de lleno en él, me gusta pensar que se origina una dulce contradicción llena de detalles, símbolos, texturas y matices.

 

JF: Todo el mundo alaba a los antiguos e intenta crear algo nuevo a partir de ellos, pero pocos son los que reconocen la inspiración en los coetáneos.

SC: Resulta gratificante recorrer diferentes galerías de arte y descubrir el amplio abanico que las vanguardias nos ofrecen a nivel artístico. Es genial. Tenemos suerte de vivir en una época llena de información. Va muy bien para conocer y evocar nuestra intención artística. La información de las vanguardias y la tradición pintada son fuentes básicas en mi inquietud artística. Quizás, el mundo de las ideas proviene en mayor porcentaje de las vanguardias, mientras que la plasticidad la aprendes mejor de la tradición.

 

JF: Desde luego estamos en la sociedad de la información.

SC: Claro, por ejemplo, la televisión también es como una galería de arte. Lo creativo está en todas partes. Cuesta ser original en un mundo donde parece estar todo inventado, pero, igual no es tan importante poseer ese pensamiento de originalidad por encima de todo, como pilar básico en la creación. Todos copiamos, copiamos sin darnos cuenta y, de algún modo, también se apunta hacia lo original.

 

JF:  No es lo mismo copiar que inspirarse o reinterpretar.

SC: Más de una vez oímos: “tu pintura me recuerda a tal pintor”. ¡Pues claro, que te recuerda…! Tengo un catálogo suyo que he visto cientos de veces y me encanta. Sabes lo que te gusta y te impregnas de esa esencia. Ser original es “copiar” sin que se den cuenta, pero para ello, es preciso aportar algo tuyo y convertir lo visto en algo nuevo.

JF: ¿Misterio o realidad?

SC: Atender a esas imágenes de cariz enigmático es descubrir mi manera de relacionarme con lo estético. Cualquier cosa, objeto o situación puede provocar la narración de una historia. Todo lo que nos rodea es perfecto para trabajar la imaginación, ya que, valoro las cosas, no tanto por lo que son, sino por lo que pueden llegar a ser en nuestra mente. Esa percepción da más juego para la creación.

 

JF: Tus obras hacen soñar.

SC: A veces, hago el esfuerzo de ver mi trabajo con otros ojos, como si yo no los habría pintado, limpio mi mente e intento intuir lo que ve el público con mis dibujos para sentir lo que ellos podrían percibir. Es un extraño ejercicio que no sé si tiene mucho sentido, pero mi intención es provocar interrogantes con la lectura de la imagen creada. Que sea un misterio por resolver. Llevar al límite la imaginación para descubrir nuestra visión. El absurdo, la ironía, el humor y la melancolía son ingredientes que siempre aparecen, casi sin quererlo.

 

JF: Y la humanidad, en tu obra hay una presencia constante de la figura humana.

SC: Haciendo uso, de nuevo, de ese extraño ejercicio de limpieza mental, descubro escenarios donde se describen historias llenas de teatralidad y misterio. La condición humana siempre es el eje de todos los discursos y esas huellas estéticas que recuerdan a la abstracción geométrica de la moda de alta costura, marcan las claves para leer mi trabajo.

 

JF: ¿Técnica o creatividad?

SC: Perfectamente pueden ir unidos los dos conceptos. De hecho, creo que es necesario fusionarlos adecuadamente para crear algo coherente y verdadero. La técnica, haciendo un símil,  la relaciono con el timbre de voz de cada uno. Es cierto que el timbre ya nos viene dado pero va modulándose a lo largo de los años. Todos tenemos nuestro timbre de voz; puede ser grave, chillón, sereno, agudo, melodioso, etc. Seguro que más de una vez oímos a alguien próximo a nosotros y no necesitamos verlo para saber quien es. Su timbre de voz nos da la información necesaria para conocer a la persona y sabemos que esa peculiar entonación la hace  inconfundible.

 

JF: Creo que sé por dónde vas. Termina la metáfora, por favor.

SC: En el mundo de la creación también existe un timbre o una huella que nos define en lo plástico. Es la unión de muchos conceptos y entre ellos está la técnica. No todo tiene que ser técnica, pero es interesante modelarla para sentirnos a gusto con esa manera de proceder y así dotar de autenticidad a todas nuestras ideas creativas. Ese toque especial pienso que lo da la técnica.

 

JF: Me alegra que pienses así. Eso encaja muy bien con tu obra, que requiere una técnica muy depurada que, a veces, pasa desapercibida por el impacto visual del tema y la composición.

SC: Todos podemos escribir y desarrollar historias que pasan por nuestra mente y plasmarlas, de algún modo, en una hoja de papel, pero va a ser nuestra técnica, la manera de escribir, la combinación de los diferentes recursos lingüísticos, lo que hará especiales a esas historias. La técnica son como pequeños descubrimientos que se van haciendo por el camino de la plástica. Hallazgos que modelan y definen las características de la labor artística. Nuestra voz nos define como personas y la técnica nos define como artistas. Es por ello que la creatividad está en función de la técnica. Y la técnica engloba una parte muy palpable del carácter personal.

 

JF: Terminemos. Inaugurar en la Octubre una temporada es importante ¿Te gusta arriesgar? 

SC: En mi vida personal, incluso las sorpresas positivas pueden hacerme tambalear. Tengo que sentir los cambios poco a poco. En mi trabajo artístico tengo que apostar constantemente por lo que hago, no me queda más remedio. Es mi camino. Pero, siento que no es un riesgo tan grande porque construyo lo que es real en mí. Es el compromiso con mi trabajo creativo.

        

Castellón-Peñíscola, agosto de 2011.