13-o6-2013
El ascensor cerró sus puertas herméticamente, era el momento que había esperado. La vecina cotilla se lamentaba a mi derecha con sus manos rechonchas chafando sus mofletes colorados y murmurando por lo bajini un «¡vaya por Dios!». A mi izquierda, estaba Don Lorenzo, el casero, el que cada año me subía el alquiler sin compasión. Resoplaba y se aplastaba repetidamente las alas de su enorme narizota de trol con el índice y el pulgar, soportando lo que allí, encerrados, empezaba a fraguarse. Por mi experiencia sabía que aquel plato de digestión pesada comenzaba a surtir efecto y ocurrió lo que tenía que ocurrir, inesperadamente, un fuerte chispazo nos dejó sin luz y nos quedamos atrapados en el ascensor, a oscuras y sofocados por la situación. En ese momento supe que mis legumbres preferidas serían mis mejores aliadas, ya que iba a servir mi ansiada venganza en un plato frío, de fabada.
16-06-2013
III certamen de relato corto
…esta noche te cuento (Tema: En el espejo)
La chica que estaba al otro lado del espejo ya no era la misma. Por las mañanas la miraba de reojo para ver si me seguía y, durante un rato, cuando el baño se llenaba de vaho podía gozar de ir a su aire. Luego reaparecía y volvía a ser mi hermana gemela. Una sonrisa simétrica se mantenía cuando teñía de algún color de moda mis cabellos canosos y con lágrimas en los ojos nos mirábamos con la misma intensidad al descubrir, demasiadas veces, nuevas manchitas en mi rostro arrugado. Reflexionaba en voz alta sobre el paso del tiempo y estábamos sincronizadas en todo porque se había acostumbrado a mis rutinas y creía conocer todos mis gestos. No solía cometer errores, pero si quería ser puñetera solo debía sacarla de lo que esperaba e improvisar, por ejemplo, una danza loca moviendo todo mi cuerpo y gesticulando un sinfín de muecas estrambóticas. No seguía mi risa porque ahí la atrapaba.
11-06-2013
Radio Castellón de la Cadena Ser
En la final entre Nadal y Ferrer había algunos entre las gradas que venían arregladitos. Cada vez que voceaban aquellas frases ininteligibles que se suponían de ánimo o a saber se olía el pestazo a alcohol que proyectaban. Por lo menos eran respetuosos y lo hacían al final de cada punto, cuando se resolvía la tensión del juego en aquella pista parisina de tierra batida. Volvía a reanudarse el duelo entre los aguerridos tenistas y durante la expectación de un punto demasiado largo fue donde se despertó, con picardía, mí vena publicitaria; casi me atraganto cuando rompí el silencio gritando el nombre del negocio que recientemente había abierto mi madre en el barrio.
16-06-2013
Si acertaba las preguntas que un señor vaporoso formulaba desde el otro lado del espejo iba saliendo, como en un fax, el papel higiénico del expendedor; exactamente un trocito de diez centímetros, justo hasta las marcas punteadas que indicaban por donde cortarlo. Sentado en el inodoro esperaba la siguiente tanda de preguntas para conseguir un pedazo mayor, había contestado con acierto el bloque de cultura general pero aún no tenía suficiente para garantizar una buena limpieza en esa zona peliaguda.
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