02-04-2014
Finalista en Wonderland de Radio 4 el 08-04-2014
SEÑALES
Desde la muerte de mi marido llenaba la casa de señales para no olvidarme de las cosas. Tenía mis truquillos para ir funcionando. Por ejemplo, dejaba a la vista una pinza de madera para acordarme de tender la ropa, una estampita de la Macarena me indicaba la cita diaria con la psicóloga,…pero, sobre todo, utilizaba decenas de papelitos amarillos adheridos en lugares estratégicos con notas para tener en cuenta lo básico: ir a comprar, hacerme la comida, lavarme, etc. Ayer recordé que no estaba sola; tras mover un antiguo baúl, encontré anotado en un descolorido papelito “recoger a los niños”.
03-04-2014
LA HIJA DEL BRUJO
Reparar la varita mágica de papá no iba a resultar fácil. La partí en varios trozos al sentarme encima, se la dejó tirada en el sofá, la usaba como mando a distancia. Consulté sus libros de hechizos para arreglarla y en uno de ellos se explicaba una receta para unir cosas rotas. Preparé en un cazo la poción que proponía: pelos de gato, lagañas, tripas de salmonete y sangre de pato. No funcionó. Recurrí a la cola de contacto y a unas palabras mágicas para que, al menos, cambiara de canal, era para lo único que la usaba mi padre.
03-04-2014
EL ALARGADOR
Durante la madrugada había visto muchas veces anunciar ese producto que tanto rubor me provocaba, el mítico alargador de penes. La oferta era limitada y la promoción aseguraba resultados fiables en pocas semanas. El alargamiento sería de unos tres centímetros si lo llevabas varias horas al día, y en poco podrías disfrutar al máximo de relaciones sexuales placenteras. La tentación me pudo, y al final me decidí por solicitarlo, el tamaño no importaba pero me apetecía comprarlo; quizás fuera el plus que marcara la diferencia. Me lo enviarían con total discreción, y solo faltaría que mi marido accediera a colocárselo.
08-04-2014
CATA A CIEGAS
En el innovador restaurante, antes de empezar a cenar, mi marido y yo nos cubrimos los ojos con un antifaz y nos sentamos alrededor de una mesa redonda con más comensales; fue nuestra primera cata a ciegas. Nos indicaron cómo beber sin tirar la copa y cómo tomar los alimentos con precisión, pero no sirvió de mucho. Al anular la vista, es cierto que despertaron sentidos dormidos y aumentó la intensidad del sabor a una dimensión sensorial indescriptible. Sin embargo, al finalizar, cuando descubrimos que parte del menú estaba desparramado sobre la mesa rematamos la experiencia comiendo como auténticos cerdos.
08-04-2014
Finalista en Wonderland de Radio 4 el 15-04-2014
AMISTAD
«¿Cómo saber si somos amigos de verdad?» Se lo preguntaba siempre cuando salían de vacaciones y tomaban cervezas en una soleada terraza mientras sus mujeres hacían las típicas compras turísticas en el centro de aquel bonito pueblo costero. «¿Podría vivir con vosotros si mi vida diera un vuelco y me arruinara completamente?» conjeturó. «¿No crees que esa situación límite demostraría la autenticidad de nuestra amistad? Aquí con las birras todo es perfecto, nunca nos hemos necesitado para nada importante». «Hombre, no seas tan catastrofista, sabes que somos amigos desde siempre» le contestó. «Pero dime…¿podría?» «Hombre…tendría que preguntárselo a mi mujer»
08-04-2014
MUTANTE
El parto había ido genial, el bebé que marcaría el nuevo milenio había nacido sano, como se había anunciado. Era un varón, distinto y exuberante, nada parecido a los anteriores. La naturaleza era caprichosa, tanto que había cambiado de golpe con aquella criatura de unos cuarenta centímetros que no seguía los patrones evolutivos. De cabeza grande y sin antenas, el engendro de tan solo dos ojos, arrugaba su enrojecido rostro carente de escamas para bramar escandalosamente su llegada al mundo. Se calmó al acercarlo a su madre, pero asustada por su repulsivo aspecto se negó a arroparlo en sus tentáculos.
10-04-2014
MODA FRIKI
Me llamaba Juan, así constaba en mi DNI, pero los que me respetaban de verdad me llamaban Venancio Hermenegildo. El primer nombre provenía de mi abuelo y el segundo de mi padre. Me chiflaban los nombres compuestos, por eso no soportaba que se dirigieran a mí con aquel típico nombre sin personalidad. Entraba en el bar del pueblo y los más insolentes me llamaban Juan. «Hola Juan, hola Juan…» decían sonriendo sin reparar en el daño. Apretaba los dientes con rabia, bajaba la cabeza y me sentaba al fondo donde estaban mis amigos, Rafael Agustín, Diego Alejandro y Ernesto Manuel.
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